Durante cinco siglos desde su creación experimentó la prosperidad gracias al comercio y paralelamente fue un importante centro religioso y cultural en el corazón de África. No es sino con la penetración y el dominio de los europeos por el lado de la costa, la trata negrera y la islamización en la profundidad del continente, que el equilibrio ancestral de las civilizaciones africanas se logra modificar o más bien quebrar, cayendo en decadencia hasta hoy lo alcanzado durante varios milenios de proceso civilizatorio autóctono. Junto a la condena de las religiones politeístas ancestrales fueron cayendo los poderes políticos y las riquezas locales siendo expoliadas, fueron desapareciendo los adivinos de las cortes, los poetas de los reyes, que atesoraban una tradición oral milenaria. Danzas y músicas seculares desaparecieron, y de todo ello no quedan hoy más que vestigios.
Debido a las disputas políticas con el resto del país, (ya que los Tuaregs quieren su independencia) la ciudad está en decadencia y sus habitantes pasan penurias porque no llegan suministros de casi nada debido a la mala comunicación que tiene con el resto del país; tiene tres mezquitas y las de Djingareiber y Sankoré reflejan la grandeza que la ciudad disfruto en el pasado.
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